CRISTÓBAL GUTIERREZ CAMACHO

     Hijo de Cristóbal y Ángeles (aunque  se le llama Rosario) nació el veintitrés de diciembre de mil novecientos cuarenta y siete. El primogénito de una familia numerosa. Su vida transcurrió en la casa que ocupaban sus padres entre la finca de la Arráez y el Pedregoso.

            Pronto tuvo que acompañar a su padre en las labores forestales y del campo. El vivir permanente en él le hizo aprender todo lo relacionado con la cacería, la leña, el corcho, carbón o la siembra de productos para la casa.

            Casado con Ana Campos Rebolo, tiene seis hijos, cuatro varones; Cristóbal, Jorge, Ismael y Adán, y don hembras, Ana y Vanesa. Suma ya cinco nietos que lo hacen rejuvenecer.

            No se ha conocido a nadie con los conocimientos que posee Cristóbal de las labores forestales, tanto en el manejo del hacha o cualquier herramienta, como en su capacidad para dirigir cualquier operación, ya sea de leña como de corcho.

            Es capaz de aforar la cantidad de corcho que puede dar una finca con una simple mirada de sus árboles. En su continuo trajín, ha ido consiguiendo adaptar la costumbres tradicionales de los trabajos de descorche a una organización diferente que permite obtener el mismo rendimiento, o quizás mayor, empleando menos tiempo y consiguiendo que las jornadas no sean tan agotadoras como antes.

            Su destreza con el hacha subido en un árbol tanto para el descorche como para la tala de leña no la iguala casi nadie por estos contornos.   

            Es todo un maestro en la cocina tradicional del campo, cocinando platos típicos de esta zona con muchos años de arraigo popular, incluso es capaz de añadir otros de su propia cosecha.

            Ha sabido inculcar en sus hijos todos sus conocimientos y aprecio por el mundo del corcho y la leña.

            Es de los pocos capaces de “fabricar” carbón de la misma forma que se hizo durante los tiempos de su uso.

En más de una ocasión ha colaborado con el colegio enseñando todas estas labores tradicionales, incluso ha sido monitor de una Escuela Taller creada por el ayuntamiento, aprovechando sus conocimientos sobre todas las materias del monte.

            Hombre comprometido con su pueblo y sus amigos, no falta allí donde puede echar una mano, y está siempre disponible para organizar reuniones con los amigos donde le ofrece sin pereza todo el valor de sus conocimientos de la cocina autóctona.

            Cristóbal atesora los conocimientos y sabiduría de toda esta zona y en todo lo referente a tradiciones populares, de labores forestales o culinarias, un tesoro que hay que valorar y cuidar.

            Amigo de sus amigos, facinense convencido y digno de ocupar un lugar relevante entre sus vecinos.